MediosReseñas de CinePerfect Days de Win Wenders

Perfect Days de Win Wenders

Edgar Rubio

No todos los trabajos parecen iguales, esa forma del empleo tan distinto en salarios, en interacciones, en humanidad parece crear nuevas castas.

¿Quién querría trabajar limpiando baños públicos?

Win Wenders crea un personaje entrañable en su nuevo homenaje a Yasujirō Ozu. Alguien capaz de poner el corazón en los actos y no en las palabras: compasivo, hospitalario… y quien cada día, en una especie de justicia poética, recibe un premio por su arduo trabajo bajo la forma de un colmado vaso de agua.

Confinando la experiencia fílmica en el marco de una pantalla casi cuadrada, reduciendo el ángulo de visión para centrarnos en este personaje casi silente que atiende con devoción su trabajo y escucha música de otro tiempo en casetes de cinta.

Confiando en el amor, en un juego que es una comunicación de esperanza, en la comunión de ese divertimento y en un futuro de días mejores que siempre serán una mezcla de porvenir y melancolía.

En especial, su vocación por una fotografía recurrente a un amigo fiel cuya belleza reconoce y admira, retratándolo una y otra vez para preservar su luz que lo ilumina.

Este poema fílmico nos permite recordar la plenitud del tiempo encarnado en un beso, en la comunión con el agua y la música, y en la promesa que quizá mañana y no hoy, visitaremos la profundidad del mar del que venimos.

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