El papa Francisco resalta la maravilla de la inteligencia humana reflejada en el desarrollo tecnológico. Sin embargo, nos alerta sobre posibles riesgos en el campo de la ética. ¿Cómo podemos afrontar esos desafíos en calidad de comunicadores?
Les invito a un viaje por el pasado, el presente y el futuro. Año 1990: abro el refrigerador, noto que se agotó el queso y tomo nota para recordar ir al supermercado. 2011: una de mis aplicaciones en el teléfono móvil me envía una notificación recordándome que el queso está por terminarse, así que agendo la compra. 2024: un día antes de que se termine el queso, mi refrigeradora inteligente hace el pedido al supermercado de mi preferencia y el queso que me encanta llega a casa la víspera de que se agote.
Esta es la transición que estamos experimentando como humanidad. De procesos manuales, paso a paso, sin trazabilidad y de larga duración, pasamos a acciones automatizadas, instantáneas, que se desencadenan a partir de patrones alimentados con enormes volúmenes de datos. Suena estupendo, en abstracto, pero este salto cualitativo puede conducirnos a dilemas éticos serios: seguridad o peligro; respeto o deshonra; vida o muerte.
¿Evolución o involución? Como todo en la vida, depende. Consciente de ello, a inicios de 2024, el papa Francisco envió un mensaje resaltando la maravilla de la inteligencia humana reflejada en el desarrollo tecnológico, al tiempo que nos alertó sobre posibles desviaciones con implicaciones para la vida, la privacidad y la dignidad de las personas. Por eso, el Santo Padre fue enfático en la adopción de la inteligencia artificial por y para la paz.
¿Cómo podemos apoyar los comunicadores a este desafío?
Les propongo la ruta de las 4 A para comunicadores frente a la inteligencia artificial:
- Aprender. Los comunicadores somos los primeros llamados a encarar el miedo. La capacidad de asombro nos mueve, la novedad nos inspira, la incertidumbre nos convoca. Seamos los primeros en apuntarse a probar una nueva tecnología para saborearla, domarla, enriquecernos y crecer con ella. Somos sus aliados naturales.
- Aplicar. La pasión por contar una buena historia nos seduce. Los comunicadores sabemos decodificar las emociones de las audiencias para relacionarnos con ellas. Generamos contenido que desbloquea miedos, gestiona frustraciones y apela a motivaciones intrínsecas. Empatía, estamos para conectar con los demás.
- Analizar. Nos adelantamos a la jugada. Los comunicadores tenemos vocación por orientar. Sabemos que la información no es neutra, que tiene el poder de incidir en la agenda pública, resaltar o disminuir a una persona, relevar o invisibilizar una posición. Somos influencia.
- Aportar. Exhortamos con la acción. Nuestro compromiso es de territorio, no de escritorio. Imposible conformarse con decodificar una tecnología y no usarla para compartir información validada, rigurosa, balanceada. Seamos auténticos gestores de una narrativa de paz.
La inteligencia artificial trae un sinnúmero de beneficios y una proporción no menor de retos. Encarémoslos desde el humanismo digital. Esto es reconocer a la persona detrás de la tecnología y contribuir con contenido de valor, que alimente la esperanza. Sin miedo, estamos para gestionar el riesgo, no para huir de él.
En ese marco, tengamos claro cuál es el verdadero dilema. Para ello, nos viene bien una cruda dosis de realidad a la que nos expuso Harvard Business Review, en agosto de 2023: “La inteligencia artificial no va a sustituir a los seres humanos, pero los seres humanos que manejen con solvencia la inteligencia artificial sí van a sustituir a aquellos que no manejen inteligencia artificial”. ¿Te apuntas al reto?
Por: Albertina Navas.
Doctora en Comunicación, MBA y periodista. Cuenta con más de 20 años de experiencia atendiendo a 50 clientes en los sectores público, privado y académico de 20 países. Representa a América Latina en la mesa global de discusión de comunicación digital de la Asociación Mundial de Comunicadores Católicos SIGNIS. Actuó como facilitadora del curso para jóvenes líderes católicos Comunicación de la fe en un mundo digital, del Dicasterio de Comunicación de la Santa Sede. Sirvió como líder de Mercadeo y Plataformas Digitales en el Centro Episcopal Latinoamericano (CELAM) y, actualmente, se desempeña como directora de Comunicación Estratégica de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.