BlogsBerlinale. Día 5. Architecton, de Víctor Kossakovsky Alemania, Francia)

Berlinale. Día 5. Architecton, de Víctor Kossakovsky Alemania, Francia)

Por Alberto Ramos

(Berlín, 21 de febrero de 2024). El más reciente documental del ruso Victor Kossakovsky está dedicado a la arquitectura en tanto arte y, dada la inmediatez de su relación con la historia (y el tiempo en general), traducción “material” de un pensamiento y una visión particular del mundo. De ahí el título de Architecton, término que proviene de la filosofía griega, donde designaba al “arquitecto de los arquitectos” o, en otras palabras, al arquitecto del mundo. Que podía aludir a la obra de un dios, en su acepción más directa, pero también al artista como demiurgo. Pensar, por ejemplo, en la serie de esculturas vanguardista creadas por el ruso Casimir Malevich a las que coincidentemente este llamó “architectons”. El documental de Kossakovsky hace justicia en ambas direcciones, puesto que propone una reflexión que abarca, entre otros, la relevancia de la arquitectura en el arte moderno, la idea de las ruinas como tiempo que resiste a su propia fugacidad, así como la fragilidad intrínseca a la arquitectura moderna, expuesta a la destrucción a causa de las guerras, los desastres naturales y el recurso a materiales de precario desempeño como el acero y el cemento.

Kossakovsky ha creado un imponente fresco documental donde contrasta, por ejemplo, la extraña belleza intemporal de las ruinas de los templos en Baalbek (Líbano) con el siniestro espectáculo que ofrecen los bloques de apartamentos (el templo de la familia en la edad moderna) destrozados por la aviación rusa en Ucrania. Las paredes arrancadas de cuajo por el impacto de las bombas sangran humo y hollín sobre el blanco de los jirones que quedan en pie, y su repetición hasta el infinito, visto desde lo alto, ofrece una visión dantesca de la tragedia bélica. Lo mismo puede decirse de las ciudades turcas arrasadas por un fuerte terremoto en 2023 que se muestran en otro momento. En ambos casos, sin mediar comentario alguno, se evidencia cuán fugaz deviene la impronta humana en nuestro planeta, que nuestra soberbia e ignorancia nos animan a considerar como eterna.

Alternando con lo anterior, y a manera de contrapunto, Architecton sigue al renombrado arquitecto italiano Michele De Lucchi mientras construye en el patio de su casa, en plena campiña, lo que él ha dado en llamar un “círculo de la vida”. Esto es, una circunferencia de piedras que limita un trozo de césped al que solo podrán acceder animales (perros, caballos), pero nunca los humanos. Es esta su manera de sentir simbólicamente lo sagrado de la arquitectura como creación desinteresada de belleza al servicio del hombre y en comunión con una naturaleza a la que protege y reverencia. Dicho en sus palabras: “Tenemos que encontrar una nueva idea de belleza […] La arquitectura es una manera de pensar acerca de cómo vivimos, como nos comportamos. Hay una famosa frase que dice que cuando diseñamos algo, no diseñamos solo productos, edificios o espacios, sino también la conducta de la gente”.

A propósito, una de las imágenes más impresionantes de Architecton es aquella en que un hombre acaricia un inmenso bloque de piedra, uno de tantos que se extienden hasta donde alcanza la vista en las ruinas de Balbeek, en el que ha grabado su nombre, Abdou. Interpelado por el director, confiesa que ha limpiado y cuidado estos bloques a lo largo de 30 años. Su admiración ante lo portentoso de las ruinas, de la hazaña humana que trasmite su sola existencia, se traduce en una devoción que deviene conmovedora. A continuación, y en un comentario irónico, la cámara planea desde allí hasta la ciudad vecina, un cúmulo de edificaciones que se apiñan caóticamente, ofreciendo una imagen desaliñada y precaria del paisaje que contrasta con la serenidad y armonía de las ruinas.

Uno de los logros más encomiables de Architecton radica precisamente en su concepto fotográfico. Dado que la arquitectura es ante todo espacio esculturado, densidad material intervenida por el artista, su dimensión representacional resulta clave en este sentido. Transitando de un blanco y negro de alto contraste, con una consistencia onírica, casi fantasmática, a una imagen a color más ordinaria y sosegada, las composiciones de Architecton revelan las obsesiones del director en torno a lo perturbador e irracional del accionar humano en el contexto contemporáneo y sus nefastas consecuencias en relación con la naturaleza y la civilización actual. Las montañas de piedra que ruedan acompasadamente ladera abajo, señalando el comienzo de todo, y su materialización en edificaciones y monumentos, destruidos a posteriori, integran un ciclo donde, a juzgar por el realizador, la intervención humana cobra un protagonismo cada vez más negativo. Si como se dice comúnmente, el hombre es el arquitecto de su propio destino, nunca habrá sido más atinado afirmar que en sus manos está evitar que

sea el causante de su propia desaparición. Operando desde la arquitectura como metáfora, Architecton se erige en constatación y alerta ante dicha realidad.

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